La eternidad y nosotros
Resumen
Cuando era chico, recuerdo que en el jardín o preescolar nos daban rompecabezas para armar. Al principio nos colocaban sobre la mesa unos que tenían muy pocas fichas. Eran muy fáciles, creo yo, por lo que recuerdo. Después, poco a poco, nos pasaban unos del mismo tamaño, pero con más fichas; es decir, cada vez las fichas se hacían más pequeñas, y ya no eran de madera sino del material clásico, de cartón. Lo primero que ocurría era que lo recibía armado. Uno miraba la imagen y luego tiraba las fichas, las revolvía e iniciaba el reto. Miraba una ficha y veía una parte que no se me hacía tan difícil de descifrar y, al juntar una con otra y otras más, en par minutos lograba tener todo listo y bien armado.
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